A los griegos de la época clásica, que cultivaban toda clase de artes
y se esmeraban en perpetuarlas a través de los años, no les pasó desapercibida
la belleza que podía llegar a manifestarse mediante el baile y la danza.
Precisamente en esos tiempos de la Grecia clásica y esplendorosa fue
cuando más danzas tradicionales se llegaron a practicar, del orden de 200
distintas a lo largo y ancho del fragmentado territorio helénico. Entonces
existían tanto bailes típicos de cada región como famosos en todo el país, pero
la concepción popular de este arte era común a todos ellos: danzar era un modo
ideal y profundo de transmitir las distintas sensaciones del ser humano, sus
alegrías y tristezas, amores y desamores, entre otras. Ante tanta variedad, no
era extraño que pudieran efectuarse en cualquier situación y contexto social,
ya fuera en el estadio, el teatro, una batalla o en el transcurso de las
distintas ceremonias de la época.
El origen mitológico se asocia a cómo Teseo, rey de Atenas, tras su
enfrentamiento con el Minotauro, representó en Delos el éxito obtenido en esta
misión cuyo objeto era rescatar a su amada Ariadna: cuentan que se contorsionó
y movió como una serpiente, en una peculiar y primigenia danza, que no era sino
una alegoría del sinuoso recorrido trazado a través del laberinto y de todos
los peligros y vicisitudes que había tenido que superar para salir victorioso
de tan complicado lance.
Aunque el componente divino que los griegos clásicos asignaban a las
danzas se ha diluido con el paso de los siglos, aún perduran muchas de ellas
como una expresión de la cultura popular, que se practican y cultivan como
pieza fundamental de la historia que son. Algunas se han hecho célebres más
allá de las fronteras helénicas, por la originalidad de sus pasos y la pasión
con que los nativos las llevan a cabo. Como antiguamente, existen bailes
conocidos en todo el país y bailes típicos de regiones concretas, algunos de
los cuales padecen la amenaza de desaparecer por el peso de los más famosos,
algo que intentan evitar los bailarines más veteranos a base de enseñarlos a
los jóvenes y hacer que se transmitan de generación en generación. Aunque
pueden encontrarse varias similitudes entre todas las danzas, como la
importancia de los movimientos circulares o el modo de mantenerse erguido y
agarrar las manos de otros bailarines, cada una de ellas posee algún aspecto
que la hace especial y diferente al resto. Algunas de las más conocidas son la
Baidoushka, la Hasapiko, la Leriko, la Karagouna, la Ballos, la Pentozali, la
Tsifte-Teli o la Zonaradiko. La mayoría se baila en grupo, dentro del cual
existen diferentes categorías o papeles, como el del conductor, que va marcando
los movimientos como si bailara en solitario, o el del guía, que ornamenta los
pasos de la danza para convertirla en una verdadera expresión de belleza y
estética.
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